La importancia de la evaluación neuropsicológica en la detección del TDAH en menores de edad
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una de las condiciones del neurodesarrollo más frecuentes en la infancia y la adolescencia. Se estima que afecta entre un 5% y un 7% de la población infantil a nivel mundial (Polanczyk et al., 2015). Esta condición puede tener un impacto significativo en el rendimiento académico, el desarrollo social y la estabilidad emocional de la persona menor de edad. Sin embargo, su diagnóstico no es sencillo, ya que sus síntomas pueden solaparse con otros trastornos del aprendizaje, problemas emocionales o incluso con características propias del desarrollo normativo (Barkley, 2015). En este contexto, la evaluación neuropsicológica juega un papel crucial en la identificación precisa del TDAH, permitiendo una diferenciación diagnóstica adecuada y una intervención más eficaz.
Definición y características del TDAH
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad que interfieren significativamente en la vida cotidiana del individuo (American Psychiatric Association [APA], 2022). Según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5-TR), el TDAH se clasifica en tres presentaciones: predominante inatento, predominante hiperactivo-impulsivo y combinado (APA, 2022). La variabilidad en la manifestación de los síntomas hace que su diagnóstico requiera una evaluación exhaustiva que no se limite a la observación conductual o a la aplicación de cuestionarios subjetivos.
Importancia de la evaluación neuropsicológica
La evaluación neuropsicológica es un proceso clínico que permite analizar el funcionamiento cognitivo en diversas áreas, proporcionando información detallada sobre las fortalezas y debilidades de la persona evaluada. En el caso del TDAH, esta evaluación es fundamental para diferenciar entre síntomas de inatención derivados del trastorno y otras dificultades asociadas a problemas emocionales, ansiedad o trastornos específicos del aprendizaje (Willcutt et al., 2012).
Entre las funciones cognitivas que pueden ser evaluadas se encuentran:
Atención y funciones ejecutivas: La evaluación permite diferenciar entre dificultades en el mantenimiento de la atención, la planificación y la inhibición de respuestas, aspectos clave del TDAH (Barkley, 2015).
Memoria de trabajo y procesamiento de la información: Las personas con TDAH pueden presentar déficits en la memoria de trabajo verbal y visoespacial, lo que afecta su capacidad para seguir instrucciones y organizar información (Martinussen et al., 2005).
Regulación emocional e impulsividad: La evaluación neuropsicológica también analiza la capacidad del menor para regular sus emociones y su conducta, lo que es clave en el diagnóstico diferencial con trastornos del estado de ánimo o de ansiedad (Shaw et al., 2014).
Diagnóstico diferencial y comorbilidades
Uno de los principales desafíos en la identificación del TDAH es la alta tasa de comorbilidad con otros trastornos del neurodesarrollo y la salud mental. Estudios indican que hasta un 50% de las personas con TDAH presentan un trastorno de ansiedad, mientras que aproximadamente un 30% tienen un trastorno de aprendizaje asociado (Cortese et al., 2016). La evaluación neuropsicológica permite distinguir entre estas condiciones, evitando diagnósticos erróneos que podrían llevar a intervenciones inadecuadas.
Por ejemplo, la impulsividad y la dificultad en la regulación emocional en el TDAH pueden ser confundidas con síntomas de un trastorno de ansiedad generalizada o con dificultades en el control de la conducta derivadas de un entorno familiar disfuncional (Nigg, 2013). Sin una evaluación neuropsicológica detallada, el riesgo de sobre o infra-diagnóstico del TDAH es alto, lo que puede derivar en un tratamiento inadecuado y consecuencias negativas para el desarrollo del menor.
Implicaciones para la intervención
Un diagnóstico preciso basado en una evaluación neuropsicológica detallada permite diseñar estrategias de intervención más efectivas y personalizadas. Las intervenciones pueden incluir:
Modificaciones en el entorno escolar: Adaptaciones en el aula que favorezcan la concentración y la regulación del comportamiento.
Terapias cognitivo-conductuales: Estrategias para mejorar la planificación, la organización y el manejo de la impulsividad.
Apoyo familiar: Orientación a las personas encargadas de crianza para la implementación de estrategias de manejo conductual en el hogar.
Tratamiento farmacológico: En casos donde sea necesario, el uso de medicación puede ser un complemento a las estrategias psicoeducativas y terapéuticas (Faraone et al., 2021).
Conclusión
La evaluación neuropsicológica es una herramienta fundamental en la detección del TDAH en menores de edad. Su aplicación permite no solo una identificación más precisa del trastorno, sino también una diferenciación adecuada respecto a otras condiciones con síntomas similares. A través de una evaluación exhaustiva, es posible diseñar intervenciones personalizadas que favorezcan el desarrollo integral del menor, mejorando su rendimiento académico, social y emocional. Por ello, es fundamental que profesionales de la salud y la educación fomenten su uso como parte del proceso diagnóstico del TDAH.
Dr. Angel Espinoza Mora M.Psc
Especialista en Psicología Clínica
Neuropsicología Clínica
Referencias
American Psychiatric Association. (2022). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed., text rev.). APA.
Barkley, R. A. (2015). Attention-deficit hyperactivity disorder: A handbook for diagnosis and treatment (4th ed.). Guilford Press.
Cortese, S., Castellanos, F. X., Ewen, J. B., & Konrad, K. (2016). Cognitive neuroscience of attention-deficit/hyperactivity disorder. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 57(3), 121-132.
Faraone, S. V., Asherson, P., Banaschewski, T., Biederman, J., Gill, M., & Rochat, L. (2021). Attention-deficit/hyperactivity disorder. Nature Reviews Disease Primers, 7(1), 1-25.
Martinussen, R., Hayden, J., Hogg-Johnson, S., & Tannock, R. (2005). A meta-analysis of working memory impairments in children with attention-deficit/hyperactivity disorder. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 44(4), 377-384.
Nigg, J. T. (2013). Attention-deficit/hyperactivity disorder and adverse health outcomes. Clinical Psychology Review, 33(2), 215-228.
Polanczyk, G., De Lima, M. S., Horta, B. L., Biederman, J., & Rohde, L. A. (2015). The worldwide prevalence of ADHD: A systematic review and metaregression analysis. The American Journal of Psychiatry, 164(6), 942-948.
Shaw, P., Stringaris, A., Nigg, J., & Leibenluft, E. (2014). Emotion dysregulation in attention deficit hyperactivity disorder. American Journal of Psychiatry, 171(3), 276-293.
Willcutt, E. G., Doyle, A. E., Nigg, J. T., Faraone, S. V., & Pennington, B. F. (2012). Validity of the executive function theory of ADHD. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 44(4), 377-384.
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